jueves, 31 de marzo de 2022

«M, el vampiro de Düsseldorf», Fritz Lang, 1931

M (M, el vampiro de Düsseldorf, 1931) es, para mí, la película más importante de Fritz Lang de su etapa alemana, antes de que el auge del nazismo lo obligase a emigrar a los EEUU. Más que Metrópolis. El propio Lang opinaba lo mismo, por cierto.

Inspirada en hechos reales, estaba protagonizada por el gran Peter Lorre, que también abandonó Alemania por el mismo motivo: evitar ser asesinado por los genocidas nazis. En M interpretaba a un asesino en serie. El gran éxito de la película lo catapultó en su carrera, pero también influyó en que los directores lo encasillaran en papeles de villano.

M fue la primera película sonora de Lang. Ojo, estamos hablando de 1931, solo cuatro años después del primer largometraje comercial con sonido sincronizado. A pesar de su antigüedad, es un thriller policiaco hecho y derecho, en el que Lang se empleó a fondo con una serie de innovaciones artísticas y técnicas, en la construcción del guión y en la realización, que le dan un aire intemporal. Es literalmente una obra maestra, porque enseñó a otros directores una serie de recursos que se utilizarían a partir de entonces en cientos de películas del mismo género (y en el cine en general).

Curiosamente, descubrí M muy jovencito, con 16 años, durante mi estancia en Gijón, en la biblioteca de la Universidad Laboral, que a mediados de los años 80 era un Centro de Enseñanzas Integradas. El CEI de Gijón participaba en el programa experimental de Reforma de las Enseñanzas Medias que condujo al cambio de BUP y COU por el modelo actual de bachillerato. Yo era uno de los ratones del experimento.

De adolescente, era un lector voraz. No os podéis imaginar cuánto. Leía a todas horas. Hurgando en el archivo de la biblioteca de la Laboral, di con una edición del guión de la película. Era el primero que leía, y lo hice con mucho detenimiento. Más de una vez. Así que lo recuerdo bastante bien.

Tardé muchos años en poder disfrutar de la visión de M y os aseguro que lo disfruté una barbaridad. A día de hoy sigue siendo una de mis películas favoritas.