viernes, 8 de abril de 2022

«Invernáculo», de Brian W. Aldiss (1962)

Invernáculo (Hothouse, 1962) es un fix-up compuesto por cinco relatos (cuentos largos o novelettes) publicados en The Magazine of Fantasy & Science Fiction. Curiosamente, fueron premiados con el Hugo a «mejor ficción corta» en su conjunto (entre 1960 y 1966, el premio cambió de «mejor historia corta» a ese formato). Yo lo cuento como si le hubieran dado el Hugo a la mejor novela (que ese año ganó Heinlein con Forastero en tierra extraña).

El autor sitúa la acción en un remotísimo futuro, en una Tierra salvaje cuyas formas de vida (humanidad incluida) han evolucionado a formas completamente diferentes de las actuales (en esta novela, los hombrecitos verdes somos nosotros, por la adaptación al medio vegetal circundante). El esfuerzo de imaginación de Aldiss es simplemente abrumador. La ecología que se curra, dominada casi absolutamente por el reino vegetal, es maravillosa. James Blish (autor de Un caso de conciencia, premio Hugo 1959) señaló una vez, un tanto contrariado, que la configuración del sistema Tierra-Luna-Sol que idea Aldiss no tenía sentido, pero ante una imagen como la que se nos describe, ¡a la porra la física!, ¿qué más da? Así que la novela tiene fallos científicos, de acuerdo. Pero es por un buen motivo: así mola mucho más.

La leí hace casi veinte años y todavía recuerdo lo que sentía haciéndolo, algo muy poco habitual en mí (no tengo muy buena memoria emocional). Aventura, tragedia, imaginación, seres inteligentes no humanos (no los puedo llamar alienígenas porque son terrestres, al fin y al cabo), un toque de melancólico patetismo que siempre agradezco y un notable sentido de la maravilla son ingredientes que también están presentes en Invernáculo. Una de las mejores novelas de ciencia ficción de Brian W. Aldiss, que estuvo hasta hace muy poco tiempo en mi Top Five.

Ilustración de Tim White para Hothouse, 1962.