jueves, 31 de mayo de 2007

«Neverwhere», la serie de TV


Muchos conoceréis la primera novela de Neil Gaiman, Neverwhere, que recientemente ha sido brillantemente adaptada al cómic por Mike Carey y Dann Fabry para el sello Vertigo de la compañía DC. Es, como bien resume Xavier Riesco, «un curioso cruce entre Bosque Mitago de Robert Holdstock y Dentro del laberinto de Jim Henson». Una historia típicamente suya, sobre el solapamiento de lo mítico y lo cotidiano, esta vez en la persona de un simple mortal que, casi por accidente, se ve inmerso en una realidad subterránea, mágica, poblada por personajes fantásticos.

Teniendo en cuenta que se trata de la primera novela de Gaiman y que tiene todos los errores y los aciertos típicos de él, recomiendo tanto la novela como el cómic a quienes no conozcan la obra, si les gusta la fantasía. Ahora bien, que nadie cometa el error de ver la serie de televisión. Ni siquiera los más fans de Gaiman, aunque sé que algunos no podrán resistirse, deben hacerlo. Nadie debería sufrir lo que yo he sufrido viéndola.

Lo primero que llama la atención de este telefilme de 180 minutos repartidos en seis capítulos es su temprana producción: 1996. Esto se explica porque, en realidad, la novela es una novelización de la serie. En efecto, Neverwhere nació como un proyecto televisivo que la BBC hizo triste realidad en 1996. Luego Gaiman aprovechó su propio guión para convertirlo en novela.

Lo segundo que llama la atención es su fealdad. Lo cutre que resulta todo. Estéticamente, es espantosa. Igual a los amantes de lo cutre, fans de Ed Wood y demás fauna, les interesa (me consta que hay gente que ha apreciado el aire “retro” de la serie, a lo Doctor Who; les mola su aspecto chapucero y pobretón porque les recuerda la infancia, las tardes delante de la tele en blanco y negro y las clases de manualidades en el cole). Todo, desde los vestuarios al decorado, es tan pobre que resulta difícil describirlo. Las actuaciones son patéticas, los efectos especiales dan pena. Las virtudes del guión de Gaiman quedan completamente diluidas en un océano de despropósitos estéticos como no se veían desde Plan Nine from Outer Space o el último desfile de Agatha Ruiz de la Prada.

Para rematarlo, las actuaciones son tan malas y la dirección tan cansina que consiguen que la trepidante historia de Gaiman, con su buena intención maravillosa y todo, resulte mortalmente aburrida. Algo que, afortunadamente, no pasa en manos de los habilidosos Carey y Fabry en el cómic, que recomiendo especialmente (incluso más que la novela).

Repito: no veáis la serie de televisión. ¡No la veáis!

5 comentarios:

  1. Coincido plenamente. Recuerdo huir despavorido después de ver el primer capítulo.
    Se te ve últimamente poco por es.rec.comics. A ver si te animas :-))

    barbapapá
    http://peterlorre.blogspot.com/

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  2. ¡¿Tú también tienes blog?! Esto es una conjura.

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  3. Estaba buscando la serie para descargarmela (me encanta Gaiman) y me he topado con tu comentario. No puedo menos que agradecerte, porque yo me había hecho una idea en la cabeza sobre la posible serie y no coincide en nada con lo que cuentas, así que creo que me voy a quedar con mis ideas mentales y dejar la serie, porque creo que me voy a quedar muy chafada jajajaja.

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  4. hace poco vi el primer capitulo por internet y pense "talves despues se pone bueno"

    supongo q se pone bueno hasta q neil escribio la novela.
    tmb encontre malas comparaciones de la novela con el comic

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  5. buf, cuanta razón, la serie es mala que mete miedo... la he visto esta tarde y me alegro de haber leído el libro antes y que me gustara porque si hubiese visto primero la serie no habría leído el libro en la vida!

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