Quién me iba a decir a mí cuando tenía veinte años que en 2014 estaría como en 1991, en casa de mis padres, sentado en el mismo sillón, leyendo una novela de ciencia ficción y, sonando de fondo, un disco de Bloque. Pensaba que ya tendría un coche volador en la azotea, una androide sexual en el armario y cuatro clones sacando matrículas de honor en el ciberinstituto. Menuda estafa, el futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario