miércoles, 19 de octubre de 2005

El Quijote fantástico


El Quijote, en un foro dedicado al género fantástico, ¿es off topic?

Yo pienso que, por lo menos, se puede debatir sobre ello. Desde luego, materia para hacerlo, hayla sobrada.

Consideremos el punto de vista de los protagonistas, Sancho incluido (recordemos el episodio de Clavileño, por ejemplo)... Gran cantidad de las cosas que don Quijote y su escudero creen experimentar o presenciar son puramente fantásticas. Según la rebuscada idea de Todorov sobre lo fantástico (e insisto en la perspectiva de los protagonistas), sí que habría momentos de carácter fantástico, de esos en los que el edificio mental de nuestra visión de la realidad se tambalea en el terremoto de lo inexplicable.

En este aspecto, está emparentada, en cierto modo, con El perro de los Baskerville de Arthur Conan Doyle. No hay fenómenos fantásticos en sí, pero sí en apariencia, aunque de cara al lector se pierda esa magia narrativa a la que aludía Todorov en su Introducción a la literatura fantástica (que algún día comentaré).


Pero hay más. La figura clave del carácter fantástico de esta novela es Cide Hamete Benengeli.

Fijémonos, por ejemplo, en el estupor del sensato Sancho, en el capítulo II de la segunda parte, al conocer que se había escrito un libro con sus aventuras; ¡¿cómo podía conocerlas el autor?!

[...] anoche llegó el hijo de Bartolomé Carrasco, que viene de estudiar de Salamanca, hecho bachiller, y, yéndole yo a dar la bienvenida, me dijo que andaba ya en libros la historia de vuestra merced, con nombre del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha; y dice que me mientan a mí en ella con mi mesmo nombre de Sancho Panza, y a la señora Dulcinea del Toboso, con otras cosas que pasamos nosotros a solas, que me hice cruces de espantado cómo las pudo saber el historiador que las escribió.

—Yo te aseguro, Sancho —dijo don Quijote—, que debe de ser algún sabio encantador el autor de nuestra historia; que a los tales no se les encubre nada de lo que quieren escribir.

—Y ¡cómo —dijo Sancho— si era sabio y encantador, pues (según dice el bachiller Sansón Carrasco, que así se llama el que dicho tengo) que el autor de la historia se llama Cide Hamete Berenjena!

—Ese nombre es de moro —respondió don Quijote.

—Así será —respondió Sancho—, porque por la mayor parte he oído decir que los moros son amigos de berenjenas.

—Tú debes, Sancho —dijo don Quijote—, errarte en el sobrenombre de ese Cide, que en arábigo quiere decir señor.

—Bien podría ser —replicó Sancho [...].

De esto se desprende lo siguiente: ¿Acaso ellos dos, Quijote y Sancho, y todos los demás, no son más que personajes de una ficción...? Nosotros sabemos que sí. Puro Dick, oigan. :-))

Sobre el nombre de Benengeli que discuten, en el diálogo de arriba, don Quijote y su escudero, se puede especular y se ha especulado. La investigadora Luce López-Baralt, apoyándose en las tradiciones del Islam y los posibles orígenes del nombre Benengeli, realizó un análisis de la “conversación” que el propio Benengeli tiene con su pluma, con la que ha escrito la historia del Quijote, justo al final; insinúa en su sesudo artículo —El Cálamo Supremo (Al-Qalam Al-aclā) de Cide Hamete Benengeli— que Benengeli es un ser sobrenatural, una especie de ángel intermediario de la inteligencia suprema cuya voluntad determina sus destinos: el propio Cervantes, claro, y para registrarlos emplea este ángel una pluma mágica parecida al Cálamo Supremo de la tradición islámica. Es un aviso para que Avellaneda se abstenga de ofender al Divino Creador, don Miguel de Cervantes, plagiándole otra vez.

Sólo son dos ejemplos, más o menos traídos de los pelos.

Aparte, tenemos en los episodios de la cueva de Montesinos, el mono adivino de maese Pedro, la cabeza encantada de don Antonio Moreno, Clavileño, la ínsula Barataria..., elementos que, si consideramos el punto de vista de los personajes, se pueden considerar como fantásticos (siguiendo en parte a Todorov; ya sé que me repito, haced como que no os dais cuenta).

En fin, yo no acabo de aclararme, que conste. Pero, desde luego, no se puede desechar la idea con el desprecio con que he visto rechazarla a algunos ultras del pretendido realismo de la Magna Obra del Inmortal Cervantes (MOIC) en ciertos foros de literatura mainstream...

4 comentarios:

  1. Quizá sea más diplomático clasificarla como realismo mágico :/

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  2. (Te pido disculpas, Fran; envié una réplica pero, por alguna misteriosa razón, no ha salido publicada. En fin, intentaré repetirla.)

    Es que la expresión "realismo mágico" no me gusta nada. :-)) Me gusta fingir que no existe y cuando la oigo, generalmente, me hago el sordo. :-)) No sólo me parece contradictoria en sus términos sino bastante inútil y hasta molesta. ¿Inútil y molesta, por qué? Lo explicaré próximamente en una entrada nueva.

    Sirva como avance un pequeño resumen: a) Se utilizó para etiquetar cierto "movimiento" literario iberoamericano surgido en torno a García Márquez. EMHO, todo eso es fantasía, sin más. Para ese viaje no hacían falta alforjas. b) Para esas obras que, como el "Quijote", explotan de alguna manera la labilidad de las fronteras entre la realidad y la ficción, o los ámbitos de lo natural y lo sobrenatural, prefiero otros términos como el acuñado por Bruce Sterling, "slipstream". c) Se inventó con fines segregacionistas, para mantener a los escritores reconocidos por la crítica separados y apartados de la leprosería/guetto del género fantástico; ¡no se podía permitir que se confundiera a Cortázar con Matheson, sería algo aberrante! :-)))

    En fin, que no.

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  3. Ay, me temo que estoy en una postura amistosamente contraria. No sólo me gusta la etiqueta sino que hasta he buscado a veces otra para la ficción especulativa.

    Más allá de la malevolencia de sus creadores (jeje) me parece que ha resultado bastante útil para aumentar el prestigio de esa parte de la literatura fantástica. Tal vez sin disminuir mucho, si acaso era posible, el del resto.

    Tampoco me parece muy terrible desde el punto de vista etimológico. Para mi significa algo así como "ser realista tomando algo mágico como punto de partida"; me gusta esa sensación de transición, de cruzar límites. Otra cosa será que queden títulos por incluir dentro de la categoría; todo sería cuestión de poner en fila a los críticos y correrlos a gorrazos. }:)

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  4. Como mínimo, al ser concebido como parodía de las novelas de caballerías tendría su ligazón con lo fantástico.

    Y ahondando más, es una parodia de las novelas de caballerías malas, no de las que Cervantes veía como clásicos como Tirant Lo Blanc o Amadís de Gaula.

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