miércoles, 12 de julio de 2006

Mi disfraz de la AsturCon: Giles Habibula


Para la espicha de la AsturCon me disfracé, como ya he explicado en los comentarios a la entrada anterior, del Legionario del Espacio Giles Habibula, personaje creado por el gran Jack Williamson en los años 30 para su novela La Legión del Espacio, que en España fue publicada por Martínez Roca en su colección Super Ficción.

Como muchos sabéis, yo hice la mili, habiendo podido librarme, en La Legión. Por qué lo hice no viene al caso, pero el caso es que lo hice y estoy orgulloso de ello.

Habiendo sido legionario, siendo el tema de la espicha la space opera y disponiendo de un personaje como Habibula, prácticamente hecho para mí, la elección estaba clara. Pero yo sabía que muy poca gente, excepto los más eruditos del fandom, reconocerían la referencia (Juanma Santiago sabía hasta el nombre del personaje, cosa que no me sorprendió; si hay alguien capaz de conocer todos estos detalles del género, es él; qué tío). Así que me llevé el libro como parte del disfraz.

Arreglar el traje me llevó unas cuantas horas de trabajo. Lo que más me costó fue la pistolera, que por desgracia no aguantó un tirón que me dieron sin querer unos invitados a una boda que se celebraba al lado de nuestra espicha. Al final ha acabado en una papelera de hotel, pero hay testigos que os pueden contar lo chula que era (y no es porque la haya hecho yo; es que quedó de pila master).

El material para los pantalones no es, como alguno ha creído, papel de aluminio. Ni mucho menos. En realidad, es un producto de alta tecnología. Por un lado es naranja cyberdark; por el otro, plateado. Ideal para hacerse un disfraz de ciencia ficción, vaya. Es muy fino pero también bastante resistente, gracias a una malla de nylon que, además, lo hace más fácil de manipular. Pero, sobre todo, es aislante.

Pensado para proteger el cuerpo del frío y del agua, con este material se confeccionan unos sacos especiales, prácticamente estancos y provistos de mangas para meter los brazos, con los que uno se viste en casos de emergencia en alta mar, cuando ya no queda más remedio que irse al agua con un salvavidas. Este saco puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte en caso de naufragio, pero en mi habitación no hacía más que ocupar sitio y no sirve para absolutamente nada más que para evitar la hipotermia en alta mar, excepto confeccionar disfraces, así que...

Estos sacos son muy amplios, para facilitar la movilidad y mejorar el aislamiento térmico (el aire que queda dentro contribuye al mismo), así que no he tenido problemas de abastecimiento.

Confeccionar el pantalón fue fácil; me serví de otro como guía y lo “cosí” con cinta americana. Sé por experiencia que ese material hace sudar muchísimo (a menos que estés naufragado en el Mar del Norte), así que debajo llevaba un calzonzillo de esos largos, comprado ex-profeso. No iba a pasar menos calor y el algodón absorbería el sudor. (Funcionó perfectamente.) Para asegurar la cintura y que no se me cayeran, cosí unos botones automáticos, con una parte en la cintura elástica del calzón y otra en la cintura del pantalón. Gracias al cinturón, se mantuvo en su sitio perfectamente durante toda la velada.

La otra pieza del disfraz es también, en realidad, un producto de alta tecnología (o lo era en 1975). Tecnología militar, además. Es un auténtico traje legionario para el desierto, diseñado para poder moverse durante una tormenta de arena en el Sahara, con cierre de velcro. Está hecho del mejor poliester... Y cuando digo el mejor quiero decir eso exactamente; se trata de una fibra de altísima calidad; si fuera de seda no sería tan eficaz. El polvo sahariano resbalaba por su superficie como si nada. Se trata de una prenda muy especial que, según me consta, podría alcanzar un precio bastante elevado en el mercado de antigüedades militares (pero no está a la venta).

Cometí el error de entrar en la espicha con las mangas bajadas y el cuello cerrado; enseguida me di cuenta del fallo y me subí las mangas, abriendo el cuello para que se vierra bien mi camiseta de la TerSa, a juego con las botas (las que usé en la mili; bueno, el segundo par).

El chapiri espacial, confeccionado con parte de un viejo protector plateado, de los que se pegan bajo el parabrisas del coche cuando hace sol, fue el toque maestro. Lo más complicado fue confeccionar la borla, tuve que ponerme en plan McGyver para hacerla... Pero quedó muy bien, aunque no tenía barboquejo (habría sido demasiado complicado).

El toque final lo iba a dar la pistolera (snif) pero no pudo ser. Tuve que conformarme con meter la pistola de protones (4 €) en el cinturón.

Jean Mallart con Mary Gay Haldeman
Foto: Germán Herrán
Lo mejor es que mi disfraz llamó la atención de Joe Haldeman, que se acercó con su cámara de video y me hizo unas cuantas tomas. Enseguida trabamos conversación, a la que se unió su esposa, Mary Gay, con su estupendo español (ya me gustaría a mí hablar inglés así de bien), que me sacó unas cuantas fotos. Estuvimos hablando, entre otros temas, del propio Jack Williamson, que es amigo de ellos. A sus 98 años, sigue tan fresco como siempre, aunque ya ha dejado de escribir. No sabéis cómo admiro a este hombre, autor de De brazos cruzados, para mí uno de los cinco mejores relatos de la historia de la ciencia ficción.

Mary Gay me dijo que le enviarían unas fotos de mí, cosa que me entusiasmó como no os podéis imaginar. Qué encanto de mujer, por cierto. Los tres charlamos de muchas cosas; estuvimos charlando unos cincuenta minutos, en tres sesiones de un cuarto de hora aproximadamente, y tocamos un montón de temas. Pero ya os lo contaré en otra ocasión.

3 comentarios:

  1. ¿Giles Habbibula no era el que refunfuñaba por hambre todo el rato? Te podías haber currado un traje digno de un Ulnar, estooo, de un Star.
    A mí me recuerdas un poco a un camarero de un "macdonal" espacial: ¡Una cheese burger galáctica, por favor!
    Un besico.

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  2. ¡No seas mala, Iru, que yo no me he metido con tu camiseta de "soy un chocholoco"! :-)))

    Pues sí, Habibula es un quejica, como yo... Estaba todo el rato: «qué calor hace; qué poca comida me estáis dejando, cabrones; pásame ya el vino, Fran, no te lo bebas todo... » :-))

    El disfraz es una mezcla de lo que pone en el libro sobre los uniformes (muy poco, sólo que son verdes y que llevan botas) y el de un legionario español, con toques de plateado espacial. De hecho, el gorro es una copia (excepto el barboquejo) de un chapiri legionario real que usé como plantilla.

    Pronto, más fotos.

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  3. Está muy currado, Jean, eres un tío apañadico. ¡¡Más fotos!!

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